Varias veces me preguntaba por qué yo no tenía una silla como la del jefe: así de piel, color negro elegante e importante, con descansabrazos bien acojinaditos.
Y hoy por fin la tengo.
La solución a ese conflicto es: no soy jefe pero soy el único en la la sala de trabajo en la que estoy.
Así que hare como en le juego del lobo:
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