Extraña Mañana.

Cuando salí de la casa camino la trabajo decidí caminar.
Sobre la México-Tacuba casi esquina con Cuitlahuac un taxista con un monito de los que acompañan a los chóferes de los microbuses se estaban dando de madrazos.
Observe un segundo, estaban ambos agarrados del cuello, llego una vieja y empezó a gritarles cosas de Dios y del amor al prójimo, se soltaron, la señora se dio la media vuelta y otra vez se empezaron a dar más duro, la señora empezó gritarles nuevamente.
Me detuve, saque la cámara y tome un foto sólo cubriéndome que no me viera el rutero, continué mi camino con poco más de adrenalina en mis venas, demasiada para ser a penas las 8:00 a.m. [Mañana veremos la foto por acá].

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Hoy, con un poco de adrenalina en las venas, la cabeza llena de objetivad debido a la carga excesiva de trabajo y el corazón templado debido a que no sé nada de ti me atrevo a escribir algunas cosas que me seguido dan vuelta en mi cabeza.
¿No son una mamadas las miles de palabras cursis (por no decir hediondas) que decimos cuando estamos enamorados?
¿Pachorrito, cosita hermosa, vidita, corazoncito, mami, papi, beba, bebe y todo eso no parece absurdo algunas veces?
¿Te has puesto a pensar si puedes o has intentado decirlas sin sentir ese extraño e incomprensible fenómeno llamado amor?
Caray, a veces me pregunto en qué me he convertido o tal vez la pregunta sería en qué estaba convertido o terminado.
Hoy estoy acá, en ésta agitada y apresurada ciudad y no se nada de ti, y eso es asfixiante, se vuelve más incontrolable ésta selva de concreto.
Te extraño millones!