Pero no era así.
Mucho de los que conocimos a Edwin, pensábamos que estaba loco, y si, así era, estaba loco, porque a los que quieren ser felices el mundo los tacha de locos.
Él lo estaba logrando, porque siempre tenía una sonrisa para el que se atravesara en su camino, sin importar de las adversidades, aún con lagrimas en la ojos tenía una sonrisa.
Y que decir de un fuerte estrechón de manos y hasta un abrazo.
Hoy seguramente ha logrado tener más de esa felicidad, aun sabiendo que su corazón se aflige al vernos.
Me quedo con la certeza que cuando Dios me llame a su lado no será aburrido.
Amigo Edwin, nunca te olvidaré.
Espero tu ángel siempre me acompañe.
1 comentario:
Wow!
Que perda! :(
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