Cuando la leí la primera vez me hizo viajar, me hacia recordar mi pueblo, Macondo tenía olores, colores, días especiales e inolvidables, sucesos y personajes que podían ser descritos mediante un texto a través de su actos, al igual que El Tomatal.
Si en algún momento paso por mi cabeza la idea de escribir un libro (o algo más allá de un poema) fue gracias a ésta novela.
Después de leer por segunda vez "Cien años de soledad" pude darme el lujo de usar (y entender, según yo) algunas frases: "tener hijos con cola de cerdo", "uno se muere cuando puede no cuando debe" y algunas otras que por el momento no recuerdo.
Yo sin conocerlo y él sin conocerme me regalo muy buenos momentos, viajes increíbles e incluso un área de confort entre sus líneas y entre sus letras.
Gracias Gabo por esos momentos. Gracias!
Sé que ha pasado a un lugar mejor, también sé que en el camino pasará después de mucho tiempo a visitar Macondo.
1 comentario:
Para de mamar vladimir
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