El 14 de junio de 2015 llego Luna Itzae a nuestros brazos, llego a través de un parto natural, pero antes de ese parto tuvimos un embarazo extraordionario, un embarazo donde la placenta no estaba oxigenándola al 100 %, situación que nos descolocó completamente ya que era posible no tener un parto natual, ésta situación nos hizo mirar a todas las mujeres de nuestros sistemas que han hecho hecho sitio para todos a través del parto, nos dió la oportunidad de mirar la placenta, todas nuestras placentas, la mía, la de mi esposa, las de nuestras madres, las de nuestros padres, las de nuestros hermanos,
El 19 de febrero junto con mi esposa, nuestras hijas, mis suegros, cuñados, mi hermana y mis padres hicimos un ritual para regresar la placenta de Luna Itzae a la madre tierra, ritual para agradecerle por haberla alimentado, por la oportunidad que nos dió, por el crecimiento que también tuvimos en esa placenta y en las propias. A todas las placentas.
La placenta de Luna Itzae se enterró debajo de un árbol de mango, se enterró con flores, con lápices de colores, con dulces, con arroz, con frijol, con mensajes escritos de parte de todos, Luna, Atala e Ian le entregaron flores, se enterró con amor y respeto en un momento muy emotivo.
Pudimos decir gracias a ese largo camino desde donde nos ha llegado la vida, nuestra vida.
Ahora debajo de ese árbol hay un altar a la vida, ese altar existe desde la raíz hasta las hojas más altas y en los frutos que dará nuestro árbol. Y ese ábol ahora es de todos.
Estoy seguro que nuestras hijas podrán llegar a ese árbol y encontrarán fuerza y paz, o lo que sea que esten buscando cuando se acerquen a la sombra de ese bello árbol. En ese árbol ahora hay un ángel.
A partir de ese día hubo un cambio en mi vida, no sé que fue exactamente, pero algo cambió, al menos con mi ombligo. Ese ombligo que nunca me había gustado lavar.
Cabe aclarar que yo sólo he sido un tripulante, la capitana de esta empresa ha sido mi esposa Alexandra y lo que detonó esta empresa fue la llegada de nuestra primera hija Atala. Soy bendecido por la familia que tengo.
Gracias también a Robin Lim por darle al mundo el libro "La Placenta. El chakra olvidado" y a todas las mujeres y profesionales de la salud que están en ese movimiento de amor.
Hoy creo firmemente que si mantenemos la paz y el amor durante el parto los podremos mantener durante toda la vida.